Los sociatas no quieren enterarse. Bueno, es que ellos viven así. Odiando, emponzoñando y favoreciendo e impulsando nuevos golpes de Estado, al mejor estilo del gran hermano. Que vivamos en la distopía. ¡Ala! Pero no se enteran ni quieren hacerlo porque hay algo muy superior a la inteligencia (ellos en realidad carecen de este atributo), hablo de la dignidad. ¿Qué sabrán esos depredadores de la dignidad? Séneca, Platón, Aristóteles, Kant, Borges, mi querido Juan Ramón Jiménez, Saramago, Chesterton, o el impagable Baltasar Gracián, nuestro Criticón, que en la Edad de Oro luchó y perdió, claro, contra la decadencia. Hoy la decadencia de España la encarnan los sociatas. Y además de la dignidad, los mercachifles de la ideología aterradora huyen del agua y del jabón como de los hombres libres. El hombre libre para un sociata es el enemigo a eliminar. Repito: enemigo a eliminar. “No sólo la muerte y el paro acorralan al Gobierno, también la oposición, con todos aquellos que le ...
Destripar sin anestesia el cuerpo político