A ver si le queda
claro al presidente del gobierno.
Todos queremos salir
de esta crisis sanitaria, social, laboral y económica.
Todos, sin
excepción.
Pero si el presidente
no hace su trabajo y sigue empeñado en enfangar la política, haciendo inviable
la convivencia pacífica entre españoles, lo más natural es que las fuerzas
políticas constitucionalistas rechacen un encuentro con una persona que es falsa,
ruin, destructora y culposa, mientras que para engatusar a los demócratas, se
pone una máscara de corderito degollado.
España tiene el peor
gobierno de su historia en el momento más dramático de su historia.
Esto es así.
Que Vox y PP
rechacen contactar con sánchez es lo más sensato y lo más sano. Sobre todo lo
más sano.
¿Qué sacarán en
claro los demócratas hablando con un político que destruye, amenaza, insulta y
manda a la jauría ministerial y periodística a desollar la yugular de todo aquel
que se atreva a discrepar de lo que hace el gobierno comunista y socialista?
¿Para qué reunirse
con un exterminador de la democracia, del consenso, de la constitución de 1978?
Es una pérdida de
tiempo y lo más grave, convierte al que acepta sentarse con él en un cobarde
timorato, cuando no en un verdadero cómplice de sus tropelías.
Pablo Casado se
hartó. Dijo basta. Bastante aguante ha mostrado el líder popular.. Insultos,
mentiras, desaires, medios de comunicación comprados para arruinar todo
vestigio de oposición democrática.
Pero por fin ha
tomado la decisión correcta.
Sánchez es sinónimo
de tanatorio para un demócrata.
Los muertos se
amontonan, los contagiados aumentan.
Afortunadamente la
cifra de curados es cada vez mayor.
No es un logro del
gobierno.
No lo es tampoco, es
evidente, del ministro Illa, hombre de confianza de Iceta y puesto en el
gobierno con el objetivo de ser el saco de boxeo de los independentistas.
Ha perdido tanto
tiempo el Illa catalán en masajear las zonas erógenas de los partidos enemigos
de España, que cuando le pilló la pandemia, puso cara de asco (no de pena) y
esa es la que lleva hasta hoy.
El consenso ha
saltado por los aires. Hoy.
Eso no quiere decir
que no vaya a recuperarse.
Tenemos en líneas
generales la peor representación política en España desde hace décadas.
Destacan de la
miseria Cayetana Álvarez de Toledo, Inés Arrimadas, aunque debería acercarse
con mascarilla y guantes a Sánchez, también Santiago Abascal, Pablo Casado,
pero muy mal asesorado, y perdonen ustedes que no me alargue más en la lista,
aunque del Gobierno no puedo ni debo dejar de citar a Margarita Robles,
ministra de Defensa.
Pero ya verán
ustedes que el PP al final se sienta con Sánchez.
Argumentarán
cualquier estupidez parida en Génova 13. Y de esa reunión, naturalmente, sacará
tajada el sanchismo y Pablo Iglesias.
¿Pensar en un
acuerdo? A esta hora esa posibilidad es ciertamente una quimera.
Sánchez engaña, y
nadie se fía de él.
A lo mejor el
coronavirus, pero nadie más.
¿Y qué decir de
Pablo Iglesias? Un personaje al que si desea conocer de verdad, lo primero en
hacer es leer el libro firmado por Luca Costantini, el cual que lleva por
título “Aquí mando yo”.
Un Verdadero Lenin.
Y de Iván Redondo
sólo cabe decir una vez más que está al servicio del hombre, mujer o virus que
mejor pague.
Así se resume lo que
es Redondo y lo que representa.
Cuando trabajaba
para líderes del PP, la derecha política y mediática callaba.
Pero es el mismo
tipo.
Iván Redondo no cabe
en “El Príncipe” de Maquiavalo; no entra en los cánones de “El arte de la
guerra” escrito por el general chino Sun Tzu, librito por cierto muy
interesante y recomendable.
Iván Redondo es un
espécimen llamado a apoderarse del mundo. Está en el periodismo, en la política,
entre empresarios y en el sindicalismo.
Ya que se trabaja
para encontrar una vacuna que derrote al coronavirus, no estaría de más hacer
lo mismo para en esos laboratorios hallaran un remedio que nos librara de gente
así.
Creo que Greta
Tumberg estaría de acuerdo conmigo.
Y Tania Sánchez, y…
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