Sangre, sudor y lágrimas. O algo así. Muchas lágrimas.
Europa, la rica, y España lo es, está necesitada de un baño de humildad. Quiere
ello decir que si tenemos que afrontar un periodo severo de carencias, pasar
calamidades, pero mantener la libertad y la democracia a salvo, entregando
vidas pero jamás cediendo un palmo de nuestro modelo de sociedad, que se haga
sin titubeos, y dispuestos a caminar por la senda de la pobreza.
El pueblo ucraniano está defendiendo nuestra libertad y
nuestra riqueza. Bien está que se ponga sobre la mesa todo lo que nos jugamos
en cuanto a calidad de vida. Si la guerra prosigue, seguramente el Estado de
bienestar quedará severamente dañado. ¿Y qué? Hay que aprender a vivir con la
realidad incontestable de que las democracias tienen enemigos dentro y fuera. Y
que en una guerra se pierden vidas y se pierde dinero y se pierde el confort, a
veces un traidor que nos acobarda.
El riesgo de pobreza está ahí. Pero duele más, infinitamente
más, que el presidente Pedro Sánchez tenga que verse obligado a rectificar y
decida que ahora sí es menester enviar armamento a Ucrania evitando que España
sea vista en el exterior como lo que fue cuando un ZP maldito, ruin, cobarde y
felón ordenó que nuestros soldados salieran como gallinas de Irak. Una nación
paria.
Se perderán muchas cosas en esta guerra. Pero si la
democracia consiste en el ensimismamiento y el aislacionismo secular español,
donde lo internacional forma parte del espacio exterior, entonces nuestra
democracia es de tercera categoría. Como lo es el presidente que ayer dice una
cosa y hoy otra bien distinta y mañana seguirá siendo un veleta con el que
nadie quiere intercambiar un diálogo insustancial. Un mercachifle en toda
regla. Pero eso sí, votado por el pueblo libre.
No lo duden, Sánchez se escondería en el maletero de un
coche ante una crisis como la que vive Ucrania. El cómico presidente ucraniano
sin embargo, se queda.
Concluyo con estas líneas de Martí Saballs: “Peor escenario:
Putin, con sus tropas viéndose acorraladas por la defensa ucraniana apoyada por
la OTAN y otros países como Finlandia, sufre una crisis dentro de Rusia difícil
de apaciguar; rodeado de leales servidores, algunos más peligrosos que él, decide
apretar el botón nuclear como última esperanza para acobardar Occidente. El
fin. Epílogo: 2 de marzo de 2022 y Podemos, los equidistantes, siguen formando
parte del Gobierno de España. Vergüenza.”
Comentarios
Publicar un comentario