Los sociatas no quieren enterarse. Bueno, es que ellos viven
así. Odiando, emponzoñando y favoreciendo e impulsando nuevos golpes de Estado,
al mejor estilo del gran hermano.
Que vivamos en la distopía. ¡Ala!
Pero no se enteran ni quieren hacerlo porque hay algo muy
superior a la inteligencia (ellos en realidad carecen de este atributo), hablo
de la dignidad. ¿Qué sabrán esos depredadores de la dignidad? Séneca, Platón, Aristóteles,
Kant, Borges, mi querido Juan Ramón Jiménez, Saramago, Chesterton, o el
impagable Baltasar Gracián, nuestro Criticón, que en la Edad de Oro luchó y
perdió, claro, contra la decadencia.
Hoy la decadencia de España la encarnan los sociatas.
Y además de la dignidad, los mercachifles de la ideología
aterradora huyen del agua y del jabón como de los hombres libres.
El hombre libre para un sociata es el enemigo a eliminar.
Repito: enemigo a eliminar.
“No sólo la muerte y el paro acorralan al Gobierno, también
la oposición, con todos aquellos que le acompañaron en la moción de censura y
en la investidura”, escribe Raúl del Pozo. Rojo, ¿lo dudan?
Y el Gobierno nos acorrala. Nos mete en el pozo de Poe con
el péndulo acercándose inexorablemente para hacer el corte perfecto en el
pecho. No pensemos que llegarán los franchutes a salvarnos de la inquisición
sociata, ni hablar.
La muerte y el paro y el hambre y la LIBERTAD acorralan al
tirano. A los tiranos.
Los 16.000 viejos de las residencias que ya son alimento
para gusanos persiguen también a los sociatas y comunistas que nos empujan a
una nueva normalidad. ¡Detente miserable! No vas a poder con nosotros.
Si aquí hay parásitos, todos se hallan en el vertedero de la
izquierda. Y no por culpa de la derecha, que anhela la otra izquierda, la que
un día fue patriótica, civilizada, emprendedora, de la que uno podía fiarse al
hablar de España. Esa otrora izquierda apesta porque yace muerta a la
intemperie.
Quedan los sociatas. Los idiotas. Los indecentes que se
dejan atropellar.
En 1948 se creó la República Popular Democrática de Corea.
La del norte, claro. Y hoy todo el mundo quiere matar a Kim. A Kim Jong-un. Un
pive. ¿Será la nueva normalidad de los sociatas?
En realidad, el anunciado del plan de desescalada es un plan
para descerebrados.
Eres libre para apuntarte a la locura.
Conmigo no cuentes.
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