El general Santiago es un patriota. La Guardia Civil lleva más
de 175 años defendiendo los intereses de España. Es una institución que el
social comunismo no podrá cubrir de mierda. El lodazal del que proviene el comunismo
y el socialismo no socavará los cimientos de una Guardia Civil que, junto a las
Fuerzas Armadas y Policía Nacional, son las instituciones más valoradas y más
queridas por el pueblo español libre y soberano.
Lo dicho por Santiago es un aviso.
¡Escuchen, españoles. Nos obligan a tomar estas medidas!
Ese, y no otro, es el mensaje que envió el general a la
sociedad que no se percata del peligro que corremos.
Que Marlaska diga que fue un lapsus, es lo que se espera de
un ministro que forma parte del engendro diabólico que construye Pedro Sánchez,
con el apoyo de Pablo Iglesias e Iván Redondo.
Que Margarita Robles, la ministra de Defensa, asegure que el
gobierno no trabaja para enterrar la Constitución y las libertades en nuestro
país, es la demostración de un hecho que temía y que, tristemente se convierte
en realidad: la claudicación de Robles ante el poderío siniestro del social
comunismo y de su apisonadora mediática.
La democracia en España está en serio peligro.
El coronavirus está siendo derrotado. Y lo será más pronto
que tarde, gracias a la seriedad y el trabajo de muchos profesionales. También al
comportamiento ejemplar del pueblo español.
No tendrá nada que ver en ese éxito el Ejecutivo sanchista.
Lo que no queda tan claro es que entre los demócratas se
perciba otro gran peligro que nos acecha.
El ataque frontal a la democracia por fuerzas políticas y
aparatos mediáticos que pretenden enterrar en cal viva la herencia del 78.
¿No reacciona la Zarzuela?
¿Hay mecanismos dentro del Estado de Derecho para eliminar
de nuestras vidas a un enemigo real que de no ser derrotado se llevará por
delante nuestro modelo de sociedad?
Rotundamente sí.
Por tanto, lo que no cabe es la parsimonia, la cobardía, el
silencio, la desidia, el desinterés, dudar.
El socialismo que representa Pedro Sánchez es un mal para
España y para los españoles.
Nos quieren convencer que lo natural es que todos los días
se estrelle un avión con 400, 500, 600 pasajeros a bordo.
Y que además comulguemos con el horror (no el error) de una
ideología atroz e inhumana.
No es realismo mágico.
Está Dow Jones y Wall Street y el estado coronavírico y el
Banco de España y el FMI y las mascarillas que ahora inundan las farmacias,
cuando han pasado 5 semanas de pesadilla, y los periodistas acosados, y el bulo
que anda suelto (todavía) y que responde al nombre de Pedro Sánchez (como bien
apunta Miquel Giménez en Vozpópuli), y todo lo que Iván Redondo y compañía
fabrican a conciencia para desnutrir la pena que llevamos para tapar la
desnudez en la que hoy vivimos o sobrevivimos.
Están los muertos que no merecen el luto, según Sánchez.
Y están los muertos que engrosan las listas del paro.
Y está el acoso y derribo de la democracia que algunos se
niegan a querer ver. Todavía.
¿Volveremos a votar en libertad algún día? Que no responda
Sánchez, por favor.
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