Zelenski habló para el Congreso, siendo hoy el Congreso una
cáscara vacía. Sin vida. Sin vida pensante también. Mi admirado presidente
Zelenski ha puesto a España en su sitio. Tras medio mundo, nos llegó el turno.
Después seguro que le toca a Marruecos. Ah, no. Algún país subsahariano tal
vez. Y si nos desplazamos a Hispanoamérica, quizá…En fin. Ustedes mismos.
Nuestra argentinización es tan brutal que pintamos lo que el escarabajo
pelotero en el reino animal. Y es fuerte el jodido. Pero nosotros ni somos fuertes
ni simpáticos ni fiables. Somos lo que somos. Hoy. Ayer no fue así.
Los rusos, a las órdenes de un criminal de guerra, pasan por
encima de los muertos. Quieren grabar a fuego la huella de las botas. Tanques y
lo que haga falta para aplastar la defensa solitaria, sí, solitaria, de un
pueblo pobre ante un gigante que anhela el expansionismo.
Y qué grande es Rusia para quien esto escribe. Sólo con
escritores y músicos, la Rusia, pero no la que representa el hijo de la
grandísima puta de Putin es más europea que otras naciones en el club gansteril
de la UE.
Y qué cobarde la UE. Todos pendientes de no perder un
resquicio de comodidad, riqueza. Lo de llorar y lamentar la pérdida de vidas
inocentes está muy bien con la mesa llena y los chicos estudiando y los
funcionarios con el puesto asegurado. Y somos más pobres, nos dicen, y menos
productivos, también. Que la paridad con Europa se convierte en un imposible.
Pero Zelenski pide menos plañideras, que fue lo que se vio
hoy en el Congreso. Y exige sacrificio de verdad.
Pero Europa tiene el gas en Rusia, y el petróleo en Rusia, y
la vergüenza vaya usted a saber dónde.
Y luego Sánchez y los comunistas escuchan. Bueno, no; hacen
que escuchan.
Los muertos para ucranianos y rusos para el sanchismo y el
comunismo estarán siempre muy por debajo de lo que es el cargo y la paguita.
Somos una España tan sucia, pacata y puta, que la OTAN y la
UE harían bien en darnos por el culo.
Pero salven a Ucrania, por favor.
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