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Moon River

 

Nunca visitaré París, Roma, Viena, Nápoles, Palermo, Siracusa, Atenas. No pisaré las calles de Lisboa. No estaré tomando café en Viena. Berlín está más lejos que la calle San Felipe número 6 de Puerto de la Cruz. Ya no pisaré el Prado. No estaré a cámara lenta por los rincones del Madrid que fue mío a comienzos de los 80. El Toledo del invierno se fue para no volver y los recuerdos mueren. Bajar a Granada en tren para abrazar al amigo de Guadix con escopeta de caza y yo con los ojos buscando al poeta.

Sólo una puta valenciana habló conmigo y me hizo una paja en el 83 y después pagué el servicio cuando amanecía no sabría decir por dónde. El catalán independentista pero de militar hasta las cejas se follaba a una chiquilla preciosa a la que le faltaba cantar Moon River. La única teta que es mía es la de Amarcod. Viva y caliente en mi cabeza.

Y es que nunca me gustaron las putas ni el porno ni el sexo de ocasión ni la paja que podía dejarte ciego. Yo buscaba la muerte de Iquino, la muerte del destape, la muerte de la movida que fue solo una micción de Alaska y para ya de contar. Ni siquiera Tierno Galván fue un héroe, un antihéroe, un alcalde. La Estrada fue siempre más real que él. Interviú también.

No pisaré ya más tierra. No comeré bocadillos de calamar.

La voz amiga me sentencia.

Te quedarás para siempre aquí. En esta isla sin Fontana de Oro. Con tontos filarmónicos (Ussía) o tontos folclóricos aunque la refinería se convierta en algo top para la UNESCO. De Puerto de la Cruz a La Orotava y de vez en vez a Santa Cruz. ¿Qué tal La Laguna? Lo más lejos que irás será a Arico. Una tarde de Otoño, con el viento corriendo desnudo y las calles muertas. Y el monumento a José Antonio Primo de Rivera que te hace pensar en el monolito de la peli de Kubrick.

Lo perdiste todo una tarde llorando como un maricón cuando un nuevo no de una editorial cualquiera (otro no y ya iban sesenta y cinco mil millones de noes) derrumbó para siempre el muro que crías fuerte, indestructible. Cayó como no mucho después caería el otro muro del que ya escribías (aquí está)…”Nunca seré comunista porque es imposible vivir en un mundo donde las preguntas queden prohibidas y se diga que la libertad es el silencio de un fiambre que lo intentó pero recibió el tiro desde la garita. Prefiero, lo digo cuando soy pobre y me rindo y regreso a Tenerife sin despedirme de Marta, Elena, Clara, Rosa, don Paco, don Pedro, don Manuel, don Fernando, sin escuchar el adiós de mi amigo Julio, lo digo para que lo sepan los demonios y los ángeles que viajarán conmigo gracias al dinero de mi padre porque yo no tengo para un café con leche, ya no: prefiero esta gran bola de mierda que pasarme la vida sin hacer preguntas. Hace muy poco que un dramaturgo rompió las hojas escritas de una obrita que le gustaba  porque oyó decir: “A mí  Solzhenitsyn, uf, me gusta casi más…”. Y mi obra se convirtió en nada.

Ahí fue cuando mi cabeza dejó de estar en Madrid. Volvió a la isla. Y hasta hoy.

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