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Misántropo mejor que xenomorfo parasitoide

 

España tiene muchos males. Deformidades. Anomalías. Pero el mal natural que se ramifica y engendra las otras oscuridades y las alimenta se llama Pedro Sánchez. El mal hecho carne es puro expresionismo alemán. Es un ser en blanco y negro. Un Macbeth capaz de todo y consciente de provocar en nosotros los más dolorosos traumas físicos y psicológicos. Es el mal que la Constitución del 78 no previó. La propia democracia tenía el Alien dentro del cuerpo. Y como Sánchez hay millones, caminando, trabajando, destruyendo mientras construyen su mundo.

La ambición de Sánchez no tiene celda donde mantener con vida a los enemigos. La política del depredador es sencilla en lo que a mantener con vida el cuerpo se refiere. El enemigo, mejor muerto. Y hay muchas formas de dar muerte. Pablo Iglesias está muerto. Unidas Podemos está muerta. Ciudadanos está muerto. ¡El psoe está muerto! Los votantes, voten lo que voten, están muertos.

El ácido molecular de este xenomorfo que además se vuelve parásito consumiéndonos en vida (de ahí que votemos) riega los poderes del Estado. Así que la democracia tiene el ADN de este monstruo.

Dice la escritora argentina Clara Obligado que Borges aburría pero escribía como los dioses. Y que era de derechas.

Sánchez jamás aburre; todo lo contrario. Ha conseguido exiliarnos en nuestra tierra, hace que la política sea más retorcida, viscosa, corrosiva, pero nunca maquiavélica, porque eso sería aseverar que la democracia conserva algo de cercanía, de campechanía. Y si Borges, cierto, era de derechas, a Dios gracias, Sánchez es de Sánchez, es puro dolor que nos acoge como a emigrantes; no, ya no emigrantes, apátridas.

Y Rebeca Argudo escribe: “Que a Rafa Nadal se le hayan echado encima las hienas por decir que un adulto debe responsabilizarse de sus decisiones, no debería ya sorprendernos hoy, aunque sí espantarnos.”

Es un orbe para bestias. El buen hombre, Nadal, asaeteado en casa. Entre los suyos un apestado. Cegado y atado a la rueda de molino para que dé vueltas hasta la consumación de los días. Filisteos nosotros. Otra vez victoriosos. No hay Prometeo sin recibir el castigo de los esclavos a los que hay que liberal.

Argudo añade, “Basta con pensar en ese feminismo desgañitado que abrazó el Metoo como el mejor de los inventos desde la rueda y ahora se lamenta de estar siendo víctimas de eso mismo en nombre de otras causas. Es lo que tiene alimentar al monstruo: que uno corre el riesgo de ser devorado por él en una de esas.”

Una política hecha por monstruos, un periodismo hecho por monstruos, una democracia para monstruos. Los misántropos nos encerramos en casa y no salimos de la biblioteca. Pero hasta aquí arriba escala el hedor de la satrapía, la vacía, insulsa y procaz existencia del todo.

Ayer, casi media noche, terminaba la novela “El italiano” de Arturo Pérez Reverte (¡gracias maestro una vez más!), y los ojos me llevaron hacia Javier Cercas. Después de “Terra Plana”, llegó la hora de “Independencia”. Y en marzo espero tener el libro que cierre la trilogía.

Y es que solo en la lectura encuentro la libertad que protege de los monstruos. ¡Melmoth, amigo mío, reposa junto a mí!

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