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Tú no me callarás

 

"Y ustedes callarán.” Pablo Iglesias. Vicepresidente del Gobierno de… Sí, España. Todo él. Todopoderoso. Hasta en el CNI se ha colado su alma negra. Y la amenaza es clara. Rotunda. Directa. A la bancada de la oposición del Senado. “Y ustedes callarán”. ¿Para siempre? Pues sí, claro. Una amenaza que pretende (y lo consigue) amedrentar a millones de españoles. Mejor callar, mejor vegetar, mejor hacerse el muerto, mejor cualquier cosa putrefacta que molestar al comunista apoyado por millones de españoles.

En ese “Y ustedes callarán” no hay una bravuconería política sin más. No se está ante la rutinaria planicie argumental. No es tampoco un acaloramiento propio del rifirrafe político que ha convertido la política española en algo sucio, tóxico, aliado del Covid-19.

Pretenden algunos que creamos que el bocazas escupe veneno pero que en realidad es inofensivo. O sea, que ese veneno no produce guerravilismo, miseria, hambre. Un veneno de chichinabo que, si acaso, genera un ligero pero molesto escozor. Poco más. Nos ponemos una cremita de andar por casa y adiós veneno. Adiós Pablo Iglesias.

Pero no. Ni mucho menos.

En el “Y ustedes callarán” ha cobrado vida el matonismo de la extrema izquierda de la segunda república. El señalamiento que nos convierte en enemigos. Más pronto que tarde en fiambres. Al tiempo.

Recuerda el “Y ustedes callarán” al “ustedes no volverán a sentarse en un Consejo de Ministros”. Y, sobre todo, recuerda las frases lapidarias de los portadores de muerte en el Congreso del 36.

“El señor diputado ha hablado por última vez en esta cámara”.

…Y lo sacaron de casa y le dispararon varias veces y dejaron el cuerpo tirado en una acera y después comenzó una guerra y después…

Leopoldo Calvo Sotelo era el nombre del diputado asesinado.

Hoy, Pablo Iglesias, con medios de comunicación, periodistas peloteros (escarabajos hediondos), redes sociales controladas y un populacho con derecho a voto que vota lo que vota, y así nos va (nos irá), es un hombre mediocre y nefando que ostenta poder y Sánchez lo engorda para mantener su equidistancia.

“Y ustedes callarán”.

Oh, no, Pablo. Yo no callaré. Jamás.

Tú no me callarás. No me callará Echenique. No me callará Montero. No me callará Colau. No me callará El Plural, El Diario, la porqueriza mediática a tu servicio. No me callará. El comunismo bolivariano no callará a nadie.

Tú callarás al fin.

Enmudecerán tus huesos y serás un negro pasado.

“Se comprende que Lastra y sus tuiteros con escaño se aferren al sanchismo, ¿pero qué lleva a gente con estudios -Calviño, Escrivá, el propio Illa- a compartir carrera con las mañas despóticas de un plagiario hortera que no vale ni para leer el teleprónter, por no hablar de la obediencia jerárquica a un fan del castrismo al borde de la imputación? ¿Por qué Campo o Marlaska participan abducidos en la degradación de su antiguo prestigio? ¿Merece la pena figurar para los restos en la orla del equipo que destruyó España para una década? Yo el chantaje lo puedo entender, una pistola en la sien, el secuestro de tus hijas; pero el éxito intimidatorio de los acomplejados que se transforman en maltratadores no me cabe en la cabeza”, escribe Jorge Bustos.

Puta y asesina insania. Otra vez traída y regada por la izquierda.

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