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Votantes de Pol Pot


Escritoras inteligentes que para el buen vivir se rebajan hasta alimentarse de la mierda. Es lo que sucede con la estupenda Elvira Lindo. “Lo que yo deseaba, de corazón y sin acritud, era saber de primera mano a qué llaman libertad aquellos que han sido, de cuna y tradición, tan partidarios de cercenarla.” Lo dice, toda ella, de la “gentuza” del barrio de Salamanca.
Ese “¿pueblo?” es ajeno a la democracia. Pero vive en ella y se alimenta de ella. Toda ella.
Mientras los pijospopulistas (¿vale?) de Madrid tragan democracia, cucharadas de democracia del 78, aunque preferirían el rancho cuartelario, la “intelectual” olisquea entre la mierda del periódico El País para alegrar la tripa (¿también la de mi admirado, admiradísimo Antonio Muñoz Molina?) y saciar así el hambre del alma roja con un último libro que se vende bien y está regular, tirando a bien. Todo hay que decirlo.
Ay, Elvira, vieja como yo. No aprendemos de nuestros errores. Y tenemos de todo en casa. Menos dinero suficiente, claro.
Todavía clavados en el XX, hablando de las Españas y del barrio de Salamanca como símbolo de los muchos pantanos inaugurados. ¿Prefieres agua o güisqui?
Yo, al igual que tú, me alimento de los recuerdos de los albores del pasado siglo. Creo que el comunismo es una ideología de miseria y muerte. Muerte en abundancia. Socialismo y comunismo jugaron al ajedrez con Max von Sydow en “El séptimo sello”. Tú, sapientísima Almudena, perdón, Elvira, consideras que el régimen autoritario de Franco fue mucho peor que el régimen de Pol Pot. ¿Me equivoco?
Y ahora recuerdo que no hace tanto Felipe González, bueno, Isidro para ti, dijo en Madrid que en la España del general uno sabía lo que le caería si le pillaban haciendo cosas que prohibidas, mientras que en la tiranía venezolana (¿o en la nuestra?) nada se sabe y a nada puedes aferrarte ya que el tirano no dicta leyes. O sea, caprichosamente perdona o ejecuta.
¡Cosas!
Fernando Vallespín, que en casi todo coincidirá contigo, y con Soledad, que es la jefa (¿o será la Botín?), asegura que el error consistiría en hacer caso a la calle y no a los expertos.
Pero, claro, la calle para Vallespín es el barrio de Salamanca, por tanto, más que calle, es un arrabal de perlas y palos de golf.
Conclusión: nunca escuchar a expertos y, mucho menos a los que son juristas, si el verdadero pueblo que vota rojo, súper rojo, o Pol Pot, es el que toma la calle en defensa de la libertad.
Cuando la derecha genovesa o la de Vox es la que sin picador sale en trompa en busca del verdadero abrazo, uf, en guardia; seguro que la Grumete y la catedral de la Almudena se han puesto de acuerdo para montar un pitoste.
Y a mí me da en la nariz que Salamanca y Vallecas están hoy más unidas que nunca.



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