Pide silencio. Sombras. Espectros. Ánimas.
No basta con el confinamiento.
¿Y las calles vacías? Ni siquiera esa realidad es suficiente.
Callar. Enmudecer. Acatar. Obedecer. No discrepar.
Ser buenos súbditos y dar por sentada que la Verdad se llama Pedro
Sánchez, Fernando Simón, periódico “El País”, Cadena SER, Juanito Cruz,
gacetillero del Puerto de la Cruz, futuro cronista oficial de la ciudad,
¿verdad alcalde?
Dejar de poner en duda lo que se nos narra desde Moncloa.
Todos debemos informarnos a través de RTVE. 1.000 millones de
euros al año para mantener la erección “intelectual” de Sánchez.
No hay ministros quemados.
No hay ministros que mienten.
No hay ministros que enseñan un vacío sin fondo cada vez que
abren la boca para decir memeces y abrumar a los españoles con la mierda que
produce un cerebro atrofiado y una ideología emparentada con la muerte.
¿La izquierda y la muerte son parientes cercanos?
No digo que la derecha esté libre de errores y horrores. Ni
mucho menos. Pero hoy, al igual que ayer, nos manda la extrema izquierda
populista y comunista, y ya sabemos que ese revuelto es una pandemia que arrasa
con millones de vidas por todo el mundo.
Mucho más que el horror del nazismo. Mucho más que el horror del
fascismo.
España afronta días amargos. Los más duros tras la guerra civil,
afortunadamente ganada por los enemigos del comunismo.
Nos piden unidad y humildad perruna.
Pero lo que debemos ofrecer es unidad y orden.
Sabemos lo que hacemos.
Sabemos que nos jugamos la vida.
Los profesionales sanitarios son hoy el ejemplo a seguir.
Los militares, la Guardia Civil, la Policía Nacional, la Policía
Local, todos y cada uno de los voluntarios y trabajadores que continúan con una
labor imprescindible. Ellos son lo mejor de España.
El mañana, el mejor mañana alumbrará.
Veremos salir el sol de un nuevo día sin muerte, sin enfermos.
Y volveremos a ser libres.
Pero todavía no. Todavía no.
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