Si mañana (¿pasado
mañana?) el sur (¡nuestro sur!) pusiera el cartel de cerrado por defunción,
¿qué creen ustedes que ocurría en este bendito norte con alcaldes tan
prominentes e influyentes, todos ellos hijos de Davos?
¿Será que la mano
negra nunca estuvo más allá del Padre Anchieta?
Pasadas las
décadas, pero con diferentes protagonistas en los despachos lustrosos de los
ayuntamientos, a lo mejor seguimos teniendo en este nuestro norte de Tenerife
la misma calamidad política.
Si el sur es el
motor, que lo es, el norte no es un cementerio. Claro lo tenemos.
Pero lo que ya no
está tan claro es que nuestra comarca pueda salir adelante con los caretos que
hoy aparecen en el Diario de Avisos.
Ellos no son,
créanme, el antídoto para evitar la propagación de nuestros males.
¿Qué males?
En primer lugar,
no busco amedrentar, ni seguir con la
cantinela que asegura la existencia de personajes conspiranoicos en contra de los
intereses de plataneras, aguacates y papas.
La gorrinada
mental de algunos de nuestros representantes sí es un mal que no conseguimos erradicar.
¡El voto manda, coñe!
La política local
es recidiva, o sea, un mal que creíamos superado con la supuesta savia nueva,
pero que tras una ligera recuperación, vuelve a caer en los mismos atropellos
intelectuales.
Pocos son los
alcaldes que hoy están dispuestos a partirse la cara por el norte. Y pocos los ciudadanos
decididos a lo mismo.
¿Creen ustedes
que La Matanza, Puerto de la Cruz, Los Realejos, San Juan de la Rambla y
Garachico son el norte?
¿Que esas voces “autorizadas”,
que hoy nos invitan a una cruzada, en verdad entregarían la poltrona en defensa
total de la comarca?
Hace más de
treinta años que informo del norte de Tenerife. He visto pasar alcaldes,
concejales, falsos mesías, y he comprobado también que muchas veces el pueblo
que vive y trabaja en este norte tampoco da la talla.
¡Viva el Tete!
Ni el periodismo
hecho aquí ha dado la talla, por supuesto.
Ni los
empresarios. Salvo excepciones.
Hay un alemán que
ha hecho más por el Puerto de la Cruz que todos los alcaldes juntos.
¿Cómo va el norte
a exigir que no se le diga que está averiado (cuando lo está), si entre las
sugerentes ideas para no ser ninguneados se pide al Diario de Avisos que
organice un cónclave en nuestra comarca?
El enfermo
imaginario de Molière. Oh, sí. Me viene a la cabeza.
Varios cuentos de
Chéjov. Lean “La tristeza”. Esa nieve perpetua, que aquí cambiaríamos por la
calima, el viento, el fuego y la portada de hoy del Diario de Avisos.
Querer ocultar la
realidad del norte es hacernos el mayor daño. Se da protagonismo a una patética
genuflexión.
Un ruego a los
pánfilos y pánfilas de nuestra clase política: no sean conspiranoicos. Y aquí
me mojo: Francisco Linares es la voz más autorizada y con peso del norte
político. Y sigo mojándome. Si el Valle enterró en su día la Mancomunidad (no
la del Norte, engendro sociata), ¿qué podemos esperar?
Asperjar
estupideces es lo propio de quienes tienen en el salivazo una argumentación.
¿Mejor callarse?
Pues sí.
Y mucho mejor
trabajar.
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