Cuando inicié mi singladura en el periodismo decía que
estaba rodeado de maestros por todas partes. Mentía. A conciencia. Huelo a los
miserables y mamarrachos a la distancia. En el periodismo local nadie me ha
enseñado nada. Es más, del periodismo local lo que he emprendido es que hay que
estar alejado de él y lavarse las manos con mucha agua y jabón.
En este mundillo infecto, que está hasta la coronilla de
propagadores de bulos y estrellas de medio pelo que pierden el culo y más cosas
por unos minutos de gloria y poder abrazarse (ahora no, qué pena) a los
políticos y empresarios gangrenosos de nuestro norte, digo que de esos
chisgarabís titulados y viejos ruinosos con mentalidad guerracivilista, nadie,
absolutamente nadie puede aprender algo útil.
Tirar de la cisterna y que se vayan a la mierda.
La realidad, la vida, contar historias, comunicar y abrazar
con delicadeza el español de Cervantes, Quevedo, Sor Juana Inés de la Cruz, Luis de Góngora, Juan Cruz (jajajajajaja), son cosas ajenas al periodismo fabricado
por estos arrabales.
“El hábito de sustitución de las cosas y los hechos por su
uso estratégicamente fraudulento, de la realidad por la ideología, de la verdad
por la costumbre impune del embuste y de lo crucial por la banalidad nos pone
en las peores condiciones para enfrentarnos a una venganza de la realidad en
toda regla”, J.A. González Cuña, escritor.
Es así, sapientísimo lector. Si en la política la bazofia
humana es premiada con altos cargos y puestos de confianza tras lamer culos y
tener el ojete a disposición del mejor lápiz afilado, en el periodismo local
(el que conozco) la cosa no varía. Diría que la cosa se complica.
Yo no he llorado jamás por la ruina del periodismo local.
Es un absurdo en esta Isla soltar una lágrima por esos medios
de comunicación.
¡Cisterna, y a la mierda!
“…un país ahormado por la comunicación compulsiva de
ideología y educado en la deseducación, en la importancia de la trivialidad y
la astucia y, a la vez, en la trivialidad de lo verdaderamente importante y
decisivo, se presenta con buena parte de sus flancos desguarnecidos para
entablar cualquier lucha de fuste en los momentos de la verdad”, otra vez J.A.
González Cuña.
Y es que lo que hay es comunicación tóxica, con ideología
vírica.
Se ha “deseducado” tantísimo, que un lector, un oyente, un
televidente, ya no actúa como persona libre, quia, lo hace como indigente
mental adoctrinado por la dictadura de la trivialidad.
¡Cisterna y la mierda con todo!
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