Ir al contenido principal

Adela era tan buena madre que sus ojos no descansaban para que el niño viviera

Adela era tan buena madre que sus ojos no descansaban para que el niño viviera.

Madre buena Adela en la tarde apacible con un libro entre las manos y Lorenzo oyendo la voz del amor entregado y gratis.

Adela rezando y Adela riendo y Adela haciendo café para que abuela Polonia regale sonrisa y Lorenzo abrace a la vieja querida siempre de negro y grandes manos para dar calor.

Adela se fue joven y Lorenzo envejeció a los 13 años.

Adela estaba muerta ese día y al siguiente la quería el cielo y los ángeles la arrullaban.

Adela me espera y en su abrazo el hijo que murió reirá enseñando las paletas y olerá a madre, a vida, a amor desmesurado universal y cósmico.

¡Madre e hijos, juntos!

Así el miedo perdió la guerra hace más de cuarenta años. 

Saber que no esta muerta. 

Que enciende velas porque Lorenzo no duerme a oscuras,

y el niño antes siempre quiere un cuento,

voz de miel,

amor de madre para la vida plena.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Ayuso y Cayetana, o Casero? That is the cuestion, peperos

  Permítanme, para enfado de alguno, que vuelva a poner en la cabeza de la política española a una mujer de bandera. Se llama Isabel Díaz Ayuso. ¿Perfecta? Perfecta es nuestra madre. Después de la madre lo único perfecto es una novela de Arturo Pérez-Reverte, Fernando Aramburo, Ana Iris Simón, Javier Cerca, o una película de Tarrantino, Cuarón, Sorrentino Scorsese (la nueva peli de Spielberg, versión de un gran clásico, “West Side Story”, es técnicamente impecable, pero insufrible porque resulta pedante e innecesaria), el jazz de Monk, Coltrane y Miles David que, para una persona a la quiero más que a mi vida, es lo más de lo más con la trompeta. ¡Estas son perfecciones de la naturaleza! Pero aun no siendo perfecta, Isabel Díaz Ayuso no es, por ejemplo, el irritante y pagado de sí mismo Albert Rivera, cadáver político que vuelve a ser noticia porque en la empresa, bufete, lo tildan de baguete, aunque él lo niega.   La presidenta madrileña dijo hace nada en la campaña de Ca...

Entrevista a Jordi Évole

Estoy con Jordi Évole. Hablando. Le entrevisto para una tele local. Mongolia se interesa por él. Me pegan en negro. Con lo que voy a ganar por esta entrevista puedo alcanzar este mes los 950 euros del SMI. -Hola Jordi. -Hola. -¿Tú eres gilipollas? -No, creo que no. Casi seguro que no. -Pero lo pareces. -Me lo suelen decir a menudo. -¿Y tú cómo reaccionas cuando la gente, también aquí los mongoles, al verte, al tocarte, al olerte, dicen lo mismo que en París, en Londres, en Madrid, en Cuenca, o sea, que eres gilipollas. -Pues que no lo soy, más no puedo hacer. ¿Tú crees que lo soy? -En absoluto. -Lo ves. De cerca, de muy cerca todo cambia. -Eres un atoletado. -¡Qué va! -No creas que soy yo un lumbreras. Yo también ando corto de neuronas, pero es que lo tuyo, no sé, tío, pero entre el coronavirus y tú me da que que en la Generalitat y en Lledoners elegirían al virus cabrón. -Pues yo tengo ganas de enseñar al mundo que ni gilipollas ni virus mortal. Si acaso pelín aprovechat...

A saber

  La intervención en la ONU del presidente ucraniano puso de vuelta y media una institución que apesta. Obsoleta, obtusa, fría, burocrática hasta el vómito, insensible y llena de discursos aparatosos y versallescos que vomitan la inutilidad de una máquina alejada de la realidad del mundo. Si Rusia y China tienen derecho a veto, entonces el consejo de seguridad de la ONU es una farsa. Zelenski sabía que debía hablar empleado las palabras más gruesas ante la ONU y no ante un Congreso de una España segundona y con un gobierno sumido en la incomodidad. No olvidar jamás que la izquierda sigue con el grito del no a la guerra tan criminal en su día como ahora, y que el presidente aseguró que España no necesita de un ministerio de Defensa. Zelenski era consciente de que hablaba para una banda de miserables que no entiende lo que pasa y prefiere, siempre, quedarse con el cargo y la paguita. La España del ensimismamiento a la que le aterra mirar fuera y se gusta sabiéndose pequeña, inculta, ...