Pero es que yo haría lo mismo. Ni una coma más, ni una coma menos.
Teniendo al alcalde del Puerto de la Cruz a dos palmos de mi
nariz ranillera y de barriada, le preguntaría lo mismo. ¿Qué otra cosa vas a
preguntarle al alcalde que ha llegado hace nada a la poltrona?
Es él quien pide tiempo, más tiempo por favor a la oposición
sedienta de sangre.
Con Lope Afonso en el poder (no poltrona), los socialistas y
los podemitas de ACP realizaron (principalmente los segundos) una oposición
inquisitorial. Dura hasta el extremo. Extremo duro. Ni agua.
A Lope Afonso se le dijo de todo. Se le acusó de claudicar
ante Carlos Alonso. De poner al ayuntamiento de rodillas ante el “rodillo” cargante
del Cabildo. Ciudad sin alcalde. O ciudad con alcalde títere.
En Urbanismo, el ahora parlanchín portavoz “urbanita” del
gobierno del pueblo y para el pueblo, repitió y nunca se cansó de hacerlo, que
el personal de confianza servía para llevar y traer cortados. Luego, en algún
momento de la siempre brillante elocuencia del que es mano derecha de Marco
González, escuché, o creí escuchar, que el personal de confianza pasaría a ser
el pueblo.
Oh, sí, ese pueblo portuense que por fin respira tranquilo
porque todo sale adelante, hay paz social en el consistorio y los proyectos,
todos, ven la luz en apenas ocho meses de gestión nunca antes tasada.
De los tres alcaldes socialistas que han pasado por el
despacho más erótico de las Casas Consistoriales: Paco Afonso, Félix Real y Dolores
Padrón, el cuarto, o sea, Sinese (al quien respeto y por el que siento un
sincero aprecio) es el que más cercano está de vigorizar la consolidación de la
nueva política.
¿En qué consiste la nueva política? En ser listo. ¿En
aparentar ser listo? Ni hablar. ¡Hay que ser listo! Y Marco lo es. El más listo
de la corporación portuense.
Tan listo es que ya nadie en el nauseabundo periodismo local
le pregunta por el edificio Iders y por sus vecinos dispuestos a firmar en una
servilleta o en un papel higiénico lo que haya que firmar con tal de alcanzar la paz
y evitar más “fuegos”.
El Iders es grotesco, así que en entrevistas de salsa rosa, mejor la
vaselina, el confeti, el primer plano para el chipichanga en estado puro.
De los medios locales, el periódico sigue siendo el amo y
señor. Los alcaldes pierden el culo por una buena entrevista en papel.
Y yo, si fuese alcalde (coñe, y por qué no; si lo fue…,¿cómo
se llama?, vaya, ahora no me acuerdo) también perdería mi culo por ese papel.
Recuerden que el Carnaval no ha hecho más que comenzar,
aunque llevamos 8 meses de Gran Coso Apoteosis.
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