Te quedas donde estás. Oh, sí. Te quedas y, seguramente hoy el
desayuno te sentó fatal. “Tienes el cuerpo muy dislocado”, dice la canción.
Hasta la tibia y el peroné. Haz mucho ejercicio querido buda. No te aficiones
al sedentarismo golpista. La cárcel, que para ti es un hotel de cinco
estrellas, ofrece muchas oportunidades para que no te aburras y puedas seguir
trabajando sin desmayo en la construcción de tu nación catalanonazista y en
destruir la España democrática que tan bien te cuida, y a los tuyos, que no
están en el trullo, pagándoles un sueldito por maldecirnos y azuzar el fuego de
la rabia, el odio y la guerra.
Pero por ahora te quedas entre rejas. El Supremo te dice a
la cara lo que nunca te dirá el presidente del psoe, Bildu, PNV, ERC, CUP, BNG,
NC, Más País, Teruel Existe, Unidas Podemos; que la libertad es para la gente
de bien, pro no para los golpistas (ya sé, ya sé, que te han condenado por
sedición y malversación), pero para mí eres un golpista como Torra, como
Puigdemont, como Rufián, y como todos los que conforman esa larga, larguísima
lista de despreciable gentuza.
El Supremo es claro como el día. Y la Junta Electoral
Central. No puedes ser eurodiputado.
Asegura, y el Supremo sabe más que tú, que “concurre una
causa de inelegibilidad.” Vaya por Dios, y aquí lo de Dios tiene un valor
enorme, ya que tú y yo creemos en él, en Dios. Y si la fe no ha bajado enteros
en tu flamígero corazón, has de admitir que en la Biblia hay pasajes que parecen
que están escritos para señalarte, para que la buena oveja sepa con claridad
quién es el lobo que viene a por ella, quién es el fariseo, el saduceo, el
doctor en leyes que se presenta blanqueado, limpio por fuera, pero en el
interior roído por los gusanos y la podredumbre.
¡Ese eres tú, Oriol!
“El altivo será humillado, pero el humilde será enaltecido”,
(Proverbios 29:23); “Guía mis pasos
conforme a tu promesa; no dejes que me domine la iniquidad”, (Salmos, 119:133),
“El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio sabe dominarla”, (Proverbios
29:11), y no quiero que te vayas al a cama sin tener en la cabeza unas palabras
sagradas que seguramente en tu distendida estancia en la prisión habrán
acampado en tu cabeza ceremoniosa: “En fin, el fruto de la justicia se siembra
en paz para los que hacen la paz”, (Santiago 3:18).
Tú jamás has sido hombre de paz.
El Supremo te tiene calado, Y la JEC. Y millones de
españoles. Yo también, por supuesto.
Eres perverso y representas el mal.
Mejor estás entre rejas que libre, aunque en Moncloa tengas
amigos, aunque por buena parte de España la semilla del odio ya está plantada y
germinará en forma de extrema violencia y extrema pobreza.
Pero quédate ahí.
Y que Europa tome buena nota.
La soberanía de España no se toca.
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