Aquí la
gente se pone de los nervios cuando los españolitos dicen no a la izquierda. En
realidad, hoy toda la izquierda es extrema, extrema, extrema izquierda, y
apesta a dictadura de la peor clase. Una dictadura que Europa creyó ver
desaparecer de su geografía.
No pueden
estos españoles discrepar de las muchas locuras que vomita el gobierno social
comunista separatista. Hay que callar. Hay que esconderse y no salir a la
calle. El mundo no les pertenece. La libertad forma parte del pasado y lo que
ahora toca es vivir bajo el yugo de una realidad opresora y vacía de decencia.
“Yo no sé,
sinceramente, si la alta carga del Doctor Sánchez añora el Berlín hitleriano,
el Moscú de Stalin o el Phnom Penh de los niños asesinos. No sé yo qué
prefiere. Me da lo mismo”, apunta Gabriel Albiac en ABC.
Mi opinión
es que el doctorcillo sánchez añora hacerse con todo lo malo parido sobre la
tierra con el fin de apoderarse del poder hasta que los bichos se coman los
ciento noventa y siete centímetros de su calamidad política.
La
peculiaridad de los españoles es que están demostrando tener una paciencia
rocosa. Yo lo llamo estoicismo bacteriano. No hay atisbo de sublevación ante un
estado que nos considera objetos, y se piensa con derecho de hacer lo quiera con todos
y cada uno de nosotros.
Por ejemplo,
ordenarnos un suicidio colectivo, a sabiendas de que el silencio será
predominante en una masa que no está para quebrarse la cabeza pensando cómo
destruir la complejidad de una dictadura novedosa, pero no por ello menos eficaz
en triturar a los más débiles.
Sublevación
o insurrección, como ustedes prefieran. ¿Qué palabra gusta más?
Pero seguir en
plan pasmarote ante el avance del terror es una locura imperdonable. Un acto de
cobardía de un puñado de ciudadanos que una mañana despiertan metidos en una cárcel
construida por una ideología abyecta y un gobierno que quiere desarmar la
convivencia y la reconciliación.
Ignacio
Camacho, también en ABC, señala lo siguiente: “…lo asombroso es que haya medio
país mirando, por conveniencia o por sectarismo, para otro lado.”
Es evidente
que el país se desentiende cuando separatistas, comunistas y socialistas
trabajan en la demolición de una vieja nación europea sin la cual el mundo no
se entiende.
Si aceptamos
que todo vale para alcanzar el poder, y sánchez ya lo tiene entre sus manos; si
optamos por aparecer en esta historia macabra como meros floreros inútiles, entonces
lo más acertado sería no ya solo desjudicializar lo que la nueva dictadura
llama “conflicto catalán”, sino que habría que pedir perdón por discrepar, por
molestar, por respirar, por vivir.
“Os exhorto
a seguir defendiendo a Su Majestad el Rey y a nuestra Patria”, dijo el general
Fernando Alejandre, ex Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD).
¿Necesita el
Rey que le defiendan? La pregunta se responde con mucha facilidad.
Nosotros
necesitamos que nos defiendan, y el Rey es un nosotros que hoy está solo y
comienza a pensar que a lo mejor la rendición es una buena opción para salir
con vida de esta negrura. ¿Vida?
Y cuando la
ministra Robles dice que la Constitución está más fuerte que nunca, en realidad
nos está escupiendo con una rotunda y salvaje amenaza. “Tenéis motivos para
inquietaros”.
Así que lo que ustedes prefieran: sublevación o insurrección.
¿O eligen la
degeneración colectiva que supondría aceptar como mal menor vivir humillados ante el horror comunista?
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