“A día de hoy el presidente de Cataluña es Torra”. Lo ice
Pedro Sánchez, que a día de hoy es el presidente de España. Y miente, lo que se
ajusta por entero a su manera de entender la política y la vida. Mentir es
consustancial a la existencia de Sánchez.
Miente porque Torra es el llamado presidente de una parte
minoritaria y violenta de Cataluña. En Cataluña no viven 2 millones de
catalanes violentos, supremacistas, golpistas. En la Cataluña que conozco viven
casi 8 millones de personas. Por tanto, hay una cantidad muy amplia, amplísima
de demócratas, catalanes y españoles, incluso sólo catalanes, que no están con
ese “señor” al que en las próximas fechas recibirá “encantado” el presi que
hace pipí y popó en Moncloa.
La justicia y los nubarrones que se ciernen sobre la cabeza
de Torra no son un obstáculo para el felón socialista. Iceta lo quiere. Hágase.
Pero él también lo quiere. Y Pablo e Irene lo quieren. Y Junqueras lo quiere
pero haciendo saber que el que maneja el cotarro es el buda condenado a 13 años
por ser un delincuente político.
Y los “Jordis” ya tienen el permiso para que puedan disfrutar
de 28 horas fuera de prisión. Tiempo más que suficiente, coincidirán conmigo,
para decidir con calma y rodeado de patriotas golpistas, no volver a pisar la
puta cárcel ni un día más.
Cuentan que ahora será el Servicio de Clasificación de la
Secretaría de Medidas Penales, que depende de la Consejería de Justicia de la
Generalitat, el que deberá echar agua bendita a la propuesta técnica. Pues no
serán unas gotas, sino todo un aluvión de bendición para que los dos angelitos
respiren libertad de la buena y se dejen manosear por las manos de esos hombres
y mujeres amantes de la paz, siempre y cuando la paz no se interponga en sus
intereses.
Cómo se nota que nunca han leído “Notas sobre el nacionalismo”
de George Orwell. Entiendo que están más cercanos a conocer la existencia de “Mi
lucha”, cuyo autor fue “un buen tipo” llamado Hitler.
¿Y qué decir de ese PSC con Iceta al frente de los John
Travolta de la política catalana, española, europea y camboyana? Siempre lo ha
tenido clarito. España o Españita tendrá futuro siempre y cuando reconozca que
en la pista de baile hay cómo mínimo 9 bailarines que van por libre. El resto;
figurantes, atrezo; personajes en busca de un autor, recordando a Pirandello.
Iceta, y por tanto Moncloa y por tanto Zarzuela y por tanto
el pueblo soberano español narcotizado, avala enterrar bajo cal viva (o bajo
cualquier otra cosa) la resolución de la Junta Electoral Central. Los letrados
de la mesita de la camarita catalana obtienen de esta forma el sí mayestático
de Iceta.
Eso sí, para vender logros, objetivos conseguidos, la España
de puta madre que sólo Pedro Sánchez y los no sé cuántos vicepresidentes y
ministros tiene el nuevo sanedrín del Peugeot atómico, nadie mejor que Iván
Redondo para anunciar, con las trompetas de Josué, que el pueblo elegido ha
dejado atrás el desierto de la derechona franquista.
Entramos en lo que el Papa Francisco acertadamente llama la “globalización
de la indiferencia”. Mientras todo el desastre avanza como una inmensa nada por
calles, retretes, redacciones, universidades, fábricas, seminarios (si queda
alguno abierto) y también La Zarzuela (no olvidemos nunca La Zarzuela), el
gentío a lo suyo. Y yo no sé muy bien de va qué el gentío. Qué necesita, qué
ambiciona, qué le interesa de verdad y si sabe lo que es vivir en democracia y
defender una patria.
Pero la indiferencia es omnímoda. Tanta hay por todas partes que
me extraña que no surja un partido con este nombre, Partido Indiferente
Democrático y Revolucionado.
En “Imperiofobia y la leyenda negra”, Elvira Roca Barea lo
pone negro sobre blanco. Mucha propaganda contra España y los españoles, los
decentes, claro, se equivocaron a la hora de luchar contra esa leyenda
luterana, principalmente. Se pusieron rigurosos y pretendieron convencer desde
la razón. Nada más aberrante cuando el enemigo es un maestro de la mentira. Lo
que debe usarse desde el principio son las misma armas, y con más crudeza.
Gritar, como gritaba Cómodo en “Gladiator”: “¡No soy
compasivo!”
Griten conmigo: “¡No somos
compasivos!”
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