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La espesa y mugrienta capa de traición

Es la antítesis del hombre de Estado. Pura hiprocresía. Mentira andante. Un sucedáneo de lo que no hace mucho tiempo se entendía como político. Un servidor. Pero él no. El cabalga una mala bestia indomable llamada traición.
Y le votan.
Hoy está más fuerte que nunca. Más seguro que nunca. Convencido de que lo tiene al alcance de los dedos. Garras. El poder. Ese poder que anhela ostentar para desinhibirse y mostrar al populacho lo que en realidad es. ¿Y qué es Sánchez? Un absurdo. La decadencia hecha carne. La felonía con ropaje y protegida por unas leyes que no pueden rebelarse.
No tiene oposición. No la tiene en su partido. No la tiene fuera de él.
El episodio que hoy se ha vivido en Moncloa es una apuesta más por el esperpento y la maledicencia.
Un vodevil macarro. Una puesta en escena que abochorna, que corroe los sentidos. El inicio de la verdadera cuesta abajo de esta España desamparada.
No hay izquierda patriótica. Sí una derecha que jamas deja el folclore, rechazando por cobardía la acción con todas sus consecuencias.
Pablo Casado es un líder que se sabe endeble. Demasiadas elecciones perdidas. Una derrota más y se afeita la barba. Se la afeintan. Le queda mucho camino por recorrer para despejar dudas sobre su liderazgo incontestable en la casa del PP. El casoplón del PP que tiene secretos todavía bien guardados. El viaje de Casado no ha hecho más que comenzar. Y la nave puede zozobrar en cualquier momento.
Y luego está Arrimadas. Sor Inés. No, qué va.
Diez almas en pena de un partido que pasó del naranja al color caca. Una realidad empírica que Inés olfatea poniendo cara de mamá quita pañales. El otrora papá se mandó a mudar sin pedir perdón y sin pagar lo que debía por los destrozos realizados.
Dos políticos que se atemorizan ante Sánchez.
Dos que no cabalgan juntos.
Y un Sánchez que tiene de su parte a todas las tribus indias.
Toro Sentado (Gabriel Rufián), Caballo Loco (Miquel Iceta), Nube Roja (Pablo Iglesias), Cochise (Otegi), y suma y sigue.
El paripé de hoy en Moncloa es la acumulación de basura democrática.
Cuando legue la hora de limpiar el patio, la casa, nuestra casa, lo de menos será deshacerse de los indios. Lo más cochino será meterle mano a la espesa y mugrienta capa de traición que el PSOE y Pedro Sánchez habrán dejado como imborrable huella de su pasa por España. Todavía España.
Con perdón.
Ah, y no hay que olvidar al populacho. La gentuza que vota.
Jenízaros, mamporreros, dispuestos a todo con tal de mantener arriba al aberrante predador.

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