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¿Hay que gritar Gora ETA para vivir?

 

La democracia (todavía) en España (todavía) está viva. Renqueante, pero viva. Ha envejecido. Malamente. Ha perdido la cabeza y ya no recuerda. Apenas se mueve. Vegeta. A ella se acercan hijos que la quieren pero acuden con el miedo en el cuerpo. ¿Qué dirán de mí? Son hijos que lamentan ver una democracia generosa hasta el extremo, pero que hoy es una más de esas viejas que mueren en residencias o en pisos o en la puta calle. Soledad fría, dolorosa, miserable. Hambruna y pandemia. La democracia se rinde. Y hace bien.

Sus hijos, los pocos que hoy todavía se abrazan a ella, le susurran el “cuánto te quiero”, “resiste”, “nunca te olvidamos”, “te lo debemos todo”, “no van a poder con nosotros”. Y ella, tan vieja es ya que el alma ha abandonado el cuerpo y se pasea por la habitación, mira a sus hijos con ojos entornados, una madre con el corazón atravesado por 47 millones de puñales.

La democracia ignora que el hijo traidor lamenta la muerte de un etarra. No tiene idea de que el mismo felón abraza y se magrea con golpistas y filoetarras. Ella sabe que son días tristes, con la penumbra rondando, con la muerte apoderándose de la luz del 78.

Ella sobre todo no deja nunca de hablar de su hija Concordia. “Me la mataron”, piensa. Y sabe que todos estos que hoy ocupan la habitación, saldrán por la puerta de atrás para evitar a los enemigos, a los violentos y a los periodistas de la escuela caribeña, africana y china.

Madre solo hay una.

Pero los hijos de puta de la nueva normalidad han fabricado una nueva democracia, una nueva justicia, una nueva libertad, un nuevo modo de hacer dictadura.

Sin educación, sin cultura, sin el hombre libre, la democracia languidece.

Ya va siendo hora de que muera.

Y con el triunfo del horror, oh sí, que llegue el llanto, el rechinar de dientes, que todo se convierta en un copia y pega del rodaje de Apocalypse Now.

Napalm, más napalm.

Y es que un pueblo de cobardes merece que su presidente llore el suicidio de un etarra, y que ese mismo pueblo olvide que no hace mucho tiempo José Luis Rodríguez Zapatero le respondió a Irene Villa que a él le mataron a su abuelo en la Guerra Civil.

Grita conmigo si quieres seguir con vida: “¡Gora ETA!”

Por lo menos te dejarán en paz los que mandan y los palmeros locales, insulares, regionales y nacionales.

Recuerda y reza por estos buenos socialistas asesinados por los que son  tratados con honor desde el poder: Germán González López, Enrique Casas, Vicente Gajate, Fernando Múgica, Francisco Tomás y Valiente, Fernando Buesa, Juan María Jáuregui, Ernest Lluch, Froilán Elespe, Juan Priede, Joseba Pagazaurtundua, Isaías Carrasco.

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