Quiero pensar que ya se está trabajando en el mañana.
¿Una locura?
Pues yo diría que no.
Que el mañana es igual o más apremiante que el ahora.
"España ha adoptado un lema colectivo para apuntalar el estado de ánimo en este periodo que afectará a nuestra autoestima social: resistiremos. Pero, además de resistir, una vez superado lo peor, España tendrá que replantearse como proyecto colectivo, preparándose para cambiar cuestiones que, en muchos casos, implicarán una transformación profunda de nuestra cultura, de nuestras costumbres y mentalidades, de nuestra identidad",Gerardo Iracheta es presidente de Sigma Dos en el periódico "El Mundo".
Es lo que toca.
Si superamos con éxito la pandemia, si entre todos, incluyendo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, damos por el culo al coronavirus chino (importante lo de que es chino, muy importante, diría yo), entonces habrá llegado el momento crucial para España.
No podemos seguir como hasta ahora.
Si en el mañana (que no sé como será, pero sí sé que será muy diferente al presente y al pasado más cercano y conocido) los españoles no cambiamos costumbres; si España vuelve a ser el país de sol y playa, fiesta, cachondeo, chiringuito y folleteo en grupo y a modo perro en tele, en casa, y donde mejor pille, claro que nos iremos a la mierda y formaremos parte del pelotón de naciones torpes, lentas, sumisas, doblegadas por los poderosos y sin nada que decir.
El coranavirus trae muerte, dolor, confinamiento, ruina económica, pero también abre la puerta a la gran oportunidad si de verdad queremos aprovecharla.
Invertir en ciencia, invertir en I+D+i, invertir en educación, poner en valor nuestra grandes compañías y no sólo vendernos como un país de micropymes, de pequeñas y medianas empresas, que no desaparecerán, pero que deberán modernizarse y ser de verdad innovadoras.
Si no cambiamos tras esta guerra global, España se convertirá en un país cortocircuitado.
Comprado por Alemania y con una población válida para el desempeño de los trabajos más brutos.
Los pueblos brutos están condenados.
España no lo es.
¿O sí?
¿Una locura?
Pues yo diría que no.
Que el mañana es igual o más apremiante que el ahora.
"España ha adoptado un lema colectivo para apuntalar el estado de ánimo en este periodo que afectará a nuestra autoestima social: resistiremos. Pero, además de resistir, una vez superado lo peor, España tendrá que replantearse como proyecto colectivo, preparándose para cambiar cuestiones que, en muchos casos, implicarán una transformación profunda de nuestra cultura, de nuestras costumbres y mentalidades, de nuestra identidad",Gerardo Iracheta es presidente de Sigma Dos en el periódico "El Mundo".
Es lo que toca.
Si superamos con éxito la pandemia, si entre todos, incluyendo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, damos por el culo al coronavirus chino (importante lo de que es chino, muy importante, diría yo), entonces habrá llegado el momento crucial para España.
No podemos seguir como hasta ahora.
Si en el mañana (que no sé como será, pero sí sé que será muy diferente al presente y al pasado más cercano y conocido) los españoles no cambiamos costumbres; si España vuelve a ser el país de sol y playa, fiesta, cachondeo, chiringuito y folleteo en grupo y a modo perro en tele, en casa, y donde mejor pille, claro que nos iremos a la mierda y formaremos parte del pelotón de naciones torpes, lentas, sumisas, doblegadas por los poderosos y sin nada que decir.
El coranavirus trae muerte, dolor, confinamiento, ruina económica, pero también abre la puerta a la gran oportunidad si de verdad queremos aprovecharla.
Invertir en ciencia, invertir en I+D+i, invertir en educación, poner en valor nuestra grandes compañías y no sólo vendernos como un país de micropymes, de pequeñas y medianas empresas, que no desaparecerán, pero que deberán modernizarse y ser de verdad innovadoras.
Si no cambiamos tras esta guerra global, España se convertirá en un país cortocircuitado.
Comprado por Alemania y con una población válida para el desempeño de los trabajos más brutos.
Los pueblos brutos están condenados.
España no lo es.
¿O sí?
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