Muchas voces gallináceas piden a VOX que calle. Bueno, en
realidad piden a Santiago Abascal que se muera de una puta vez.
Las mismas voces piden a toda la derecha española (la que
representa el verdadero progreso) que se convierta en opaca y muera.
¿Por qué molestan? ¿Por qué no toman las de Villadiego y dejan
ya de joder la marrana?
¿Es que no terminan de ver que Españita es nuestra; que la
tenemos cogida por los cojones, que vamos a desmontar la Constitución
franquista para elevar de la nada un nuevo régimen, este sí que sí, democrático
y puro?
Los voceros, escribidores, los medios abiertos de patas y mucha
masa/vulgo cretinizada hasta la náusea, se unen a ese clamor que nace como eyección solar desde los despachos de La Moncloa.
¡La derecha debe morir!
Somos millones los españoles sentenciados a muerte.
Pero antes de recibir el golpe de gracia, se nos permite
trabajar, pagar impuestos, poner a nuestros hijos a disposición del gobierno social
comunista separatista, sin olvidar que, si deseamos seguir con vida robotizada
y aceptamos llevar en la frente el nombre de pedro sánchez, a lo mejor, quién
sabe, podemos conseguir la redención y, convertidos en parásitos del horror,
mantenernos con respiración asistida cumpliendo como esclavos la voluntad del
felón.
La nueva democracia es fácil de tragar. La derecha está muerta.
Los españoles que votan a VOX, muertos. También los que votan al PP y Cs. Todos
muertos. También los españoles que se quedan en casa con el tedio, la
indiferencia o la simple ignorancia. Igualmente fiambres.
Tenemos con pedro sánchez en Moncloa una democracia para
muertos.
El rojo color sangre se apodera de la geografía española.
¿Que lo que aquí se narra no está sucediendo?
Cuando Lola, Fiscal General, duerme a pierna suelta; cuando
Garzón, ex juez, manda más que Pablo Iglesias; cuando los golpistas y delincuentes
vascos y catalanes controlan la próstata de pedro sánchez; cuando en Zarzuela
el silencio recuerda al zulo de Ortega Lara, cuando todo esto sucede, y está
sucediendo, ya nos están matando.
Lentamente, apenas sin dolor. No necesitan sedación.
Es una condena a muerte nunca antes experimentada. Durante buena
parte de los 40 años de democracia, fuimos conscientes de que ETA nos podía
disparar en la nuca. En esta democracia, que hoy yace arrugada, envejecida y
acobardada ante la presencia de los enemigos, los españoles supimos convivir
con el terror de las armas, las bombas, los secuestros, el éxodo interior. El
dolor era visible. El dolor podía tocarse.
Esta vez el horror es nuevo.
Se yergue con altivez y no se
oculta. Emana desde el poder. Va a por nosotros, españoles libres.
El derrumbe del 78 es nuestra sentencia de muerte.
El psoe implanta de nuevo la pena de muerte en España.
Crees que sigues con vida, pero no.
En realidad ya estás oliendo
a descomposición.
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