Son, naturalmente, las hipérboles. Ellas, las hipérboles,
digo, me tienen poseído en estas últimas horas. No puedo conmigo mismo. Ya no
queda en mí un resquicio de misericordia. Me miro al espejo y veo la cara de un
votante del PP aterrado por el asco que le rodea. ¿Solo asco?
Ni una lágrima por la dirección del PP. No soy compasivo con
los infantes que sin otra cosa que hacer matan las horas en guerras inútiles.
No busquen en mí el abrazo, el consuelo. Los culpables a galeras. Entregan
España a un sanchismo todopoderoso. Unos y otros, pero más él (ellos) que ella,
merecen ciertamente no poder jamás volver a pasear por Madrid. No veinte mil.
Doscientos mil a la calle en busca y captura de un pequeñín que se ha creído
Liberty Valance. Siempre con buenas maneras y todos a una, por ejemplo, leyendo
el artículo que hoy firma Rafa LaTorre en el Mundo.
Un año hace ya, o más, que para que se dejara de hablar de
corrupción y de la herencia envenenada que ahí sigue, Casado afirmó que se iba
de la casa, pero la herencia (suya, no nuestra) está viva y la casa sigue
habitada por los mismos fantasmas y demonios. Y son los incapaces de la séptima
planta los que hoy piden que lloremos por ellos.
¡Fuera! Esa es la palabra que se debe escuchar. ¡Fuera!
El dúo jamás tendrá vida inteligente para leer "Las
uvas de la ira".
Harto estoy de barones y baronesas, de chiquilicuatres sin
experiencia laboral que se convierten en "cerebros" o
"fontaneros" de una alcaldía como la de Madrid.
Harto de la politiquería que siempre pone el yo y el
nosotros por delante de todo.
¿Una lágrima por ellos?
¡Una ducha con el ácido extremadamente corrosivo del Alien
de Ridley Scott!
Y por si al autor, o sea, yo, le llegase a interesar en
algún momento, está la figura del militante de base. La fuga de muchos hombres
y mujeres que salen del PP avergonzados, humillados, apaleados, insultados. Esa
fuga de gente buena, trabajadora, que no vive del partido, pero que vota centro
derecha creyendo a pies juntillas que es la mejor opción para terminar con el
sanchismo. Y cuando escribo terminar con el sanchismo no estoy apostando por la
España cainita. Busco la España de la concordia expulsando del poder a los
enemigos de la democracia representativa. Y, sí, más allá de los líderes de la
séptima planta, más allá de barones y baronesas, más allá de fontaneros y
fontaneras sin escrúpulos y sin provecho alguno para la sociedad, más allá de
toda esa basura, está el militante que se manda a mudar.
En realidad lo echan. ¡A patadas!
Hoy más que ayer está el libro “Políticamente indeseable” de
Cayetana Álvarez de Toledo para tocar el cuerpo de un organismo político que
mata por envidia. Es el complejo de inferioridad que sale a la superficie en
hombres que toda la vida llevan arrastrándose por el fango de la inmundicia.
Tocar el cuerpo para que no te engañe la dentadura de Montesinos, por ejemplo.
¿Cuándo ha ganado Egea unas elecciones con el pueblo español
apostando por él? ¿En qué momento ha merecido Casado salir al balcón para
celebrar una victoria?
Me acosté tarde anoche releyendo las páginas marcadas del
libro de Cayetana. Así que hoy lo tengo muy claro. Leer a personas inteligentes
me aleja de la aridez neuronal de la séptima planta de Génova 13.
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