La
separación de poderes es cosa seria. No hay que tomársela a la ligera. Si la
ley muere, se jodió la democracia. Una democracia jodida es la que tenemos
ahora. Con Sánchez y los comunistas en el Gobierno de Españita, jodida y casi
sentenciada a muerte se encuentra la democracia que con tanto esfuerzo, mino y
sangre construimos entre todos. O casi todos. (Lo de que se alzó en paz, la
democracia, digo, no es más que una cochina mentira).
Los tics
autoritarios de Sánchez nos ponen bajo alerta. No es que el inquilino
monclovita se vaya a cargar la alternancia en España. Ni hablar. ¡Eso es lo que
quieren los ciento noventa y siete centímetros de calamidad! Pero España juega
en la primera división europea de las democracias. Sin embargo, el hecho de
tener asegurada esa protección de pertenencia a un club selecto, no asegura al
cien por cien caer en una espiral de autoritarismo bananero o centroafricano.
¿Qué se dijo
de Cuba antes de que los comunistas se hicieran con la Isla, hoy una putrefacta
cárcel donde sólo existe un respiro económico para muchas mujeres si están
dispuestas a ejercer la prostitución? Pues se decía, y lo aseveraban expertos
pintiparados, que la cercanía de Cuba a Estados Unidos hacía inverosímil la
implantación del comunismo y el predominio de la Unión Soviética. Erraron.
Dolorosamente. Ahí está la realidad.
España está
en la misma situación que vivió Cuba en el 59. Pertenecemos a Europa, cierto. Nos
sitúan entre las 20 democracias plenas del mundo, también cierto, pero con los comunistas
y con Sánchez en Moncloa, pasándose todos ellos por el arco del triunfo el
cumplimiento de las leyes y desmontando con poderosa artillería mediática las
sentencias que supongan ralentizar el cambio de régimen, nadie puede asegurar
que esta democracia, envidiada en tantos países, termine por convertirse, como
va camino de serlo, en un erial donde el imperio de la ley forme parte de la
historia, pero no del presente.
Cuando la
ley es destruida, lo que nace es una dictadura.
Otro ejemplo
clarificador de la deriva autoritaria con socialistas y comunistas en el poder
es el ninguneo al que se ve sometido el Rey.
No hay en
Sánchez, en Iván Redondo, y menos aún en los comunistas con corbata y asesores
a tutiplén, un resquicio de remordimiento.
Hacen lo que
mejor saben hacer desde que el pueblo enloquecido y embotado de ciencia y
baratijas democráticas se dejó engatusar por ideologías fabricadas para desgraciados
como Gregorio Samsa.
Aquí no hay hermana
caritativa que cuide y dé de comer. Aquí el horror se impondrá con bula.
Que estamos
en Europa, y qué. Europa está lejos. ¿O está cerca?
En España campan a sus anchas los niños y niñas de
Largo Caballero. Es bueno no olvidar
esta realidad flagrante.
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