Ver a Sánchez paseándose como un pavo real por Davos produce
hilaridad. Un don nadie con ínfulas de Rey Sol. ¿Y quién es Sánchez? ¿A quién
representa? A la socialdemocracia no. ¿Los alemanes socialdemócratas ven en
Sánchez un equivalente fiable? Diría que no. Ni en Francia. Ni en los países
escandinavos. En Eritrea tal vez.
Sánchez se representa a sí mismo. Y lo hace mejor que nadie.
Busca el foco y lo encuentra. Davos es un sitio ideal para lucir palmito. Y
coleta. Aunque Pablo no esté, el ricachón de Galapagar se deja notar a través
de las palabras del presi de Otegi, Torra, Junqueras, Puigdemont... ¿presi de
España? ¿Qué España?
¿La verde? ¿La roja? ¿Y la azul?
Hay tantas Españas por culpa de un descerebrado apellidado
sánchez y por la ceguera cultural de un pueblo soberano que vota sin tener una
pizca de cultura democrática.
Davos no la volverá a pisar el Rey mientras Sánchez esté en
Moncloa. A lo mejor Letizia, que es más republicana, o por lo menos eso
parece.
Después de Davos toca volver a pisar tierra hispana.
Y en la Hispania se acepta que si los rojos y separatistas lo
imponen, nadie imposibilitará la Reforma del Código Penal a la medida del Buda
Junqueras. Él manda.
En el PP lo llaman trampa. Pero es una trama.
Me entran ganas de reír cuando anuncian que llevarán a cabo
una oposición firme en el Congreso. ¿En ese lugar donde pedro sánchez y los
enemigos de España tienen controlado hasta el tiempo que dedican sus señorías
en hacer popó y pipí? ¡Qué alivio! Ya me siento más tranquilo. ¿Es en ese lugar
donde de verdad de la buena reside la soberanía popular?
Por un lado la felonía y por otro la cobardía, dos males
terribles que destruyen lo construido con gran esfuerzo, pero también con mucho
sudor y muchas lágrimas.
Claro que la población española no tiene la reforma del
delito de sedición o rebelión como preocupación, pero el presi tiene que
cumplir con lo firmado. Sus socios son una mafia que no perdona el retraso, las
dudas, el miedo. Y sánchez no tiene miedo, no tiene dudas, y pagará con gusto
lo que tenga que pagar.
Una claudicación humillante, una vergüenza nacional, un fraude
de ley, y como escribe Ignacio Camacho, "quizá pronto empiece la fase de
ablandamiento propagandístico de la resistencia."
Llega la dictadura que se nos mete por los ojos. Donde
veíamos golpe de estado, terminaremos por ver una ensoñación, una puesta en
escena pacífica de unos cuantos muchachos y muchachas amantes del teatro del
absurdo de Ionesco.
Una entelequia sin más.
Y el pueblo, oh, sí, ese pueblo bendito, picará el anzuelo.
España en unas cuantas semanas se parecerá mucho a una
reunión de comunidad de vecinos.
El presi sánchez está contento. Huele bien, o eso parece. En
verano nuevos presupuestos. Y Junqueras, no lo olvidemos, el pasado sábado se
puso las botas de guerra en El País. "Y una mierda. Y una puta
mierda".
Pues eso. Democracia Peugeot acorazado. El coche favorito de
nuestro Atila.
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